viernes, 29 de febrero de 2008

Pero mira cómo llueve...

28 horas y 43 minutos llevo ya en Irlanda. El tiempo aquí no pasa.

En todo el día, no han parado de caer chuzos de punta. Encima, con ventisca. Como para echarse a llorar. Menos mal que está el vecino. Ese vecino providencial, anónimo, desconocido, que con su red inalámbrica no segura, sin sospecharlo siquiera, me ha salvado de una muerte segura por sobredosis de apatía.

Echo de menos el calor de mi casita. Echo de menos el "pasapalabra" de Tele 5, que a punto estará de empezar. Echo de menos el timbre del teléfono, por el que nunca quiere levantarse nadie. Echo de menos la mesa puesta y los guisitos de mamá. Pero, sobre todo, echo de menos a mi Junior.

Qué ganas tengo de que esté a mi lado, acompañándome en el frío, en la humedad y en mi recién estrenada dieta de coliflores hervidas.

Bueno, me voy a leer un rato. A ver si así se me olvida el aburrimiento.
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martes, 26 de febrero de 2008

Magdalena, "Festa Plena"

Una amiga mía, oriunda de Elda*, un día me dijo: “Qué raro se me hace que seas de Castellón, pues cuando pienso en el País Valenciano, sólo se me vienen a la cabeza Alicante y Valencia”. A su padre, que estaba comiendo paella cuando escuchó el comentario, casi se le atraganta el arroz. Pero la verdad es que a mí no sólo no me sentó mal, sino que me hizo muchísima gracia, tanto es así que aún recuerdo la anécdota después de quince años.


Pues sí, los castellonenses no somos famosos ni en casa propia. En el ámbito internacional, por lo general, tampoco se nos sabe poner en el mapa, aunque en algunos selectísimos círculos sí se nos conoce algo. Más que nada por las azulejeras y por nuestro Ripollés, el de la barba florida.
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Joan Ripollés
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Por estas fechas, Castellón está de fiesta y, aunque yo nunca haya sido ni muy festera ni muy “magdalenera”, me ha parecido oportuno dar eco de nuestras tradiciones en este blog (que nunca se sabe, puede que algún día un “googleador” desprevenido se meta en él por error o de pura chiripa, y hasta se anime a leer esto).
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Castellón de la Plana debe su nombre a una traducción incorrecta al castellano. “Castelló de la Plana” debería haberse traducido como “Castillito de la Llanura”, pues designa la nueva villa trasladada de la colina a la costa, por el rey Don Jaime I de Aragón, en 1251.El emplazamiento original respondía a necesidades defensivas, que fueron menguando a medida que triunfaba la reconquista. La dureza de las condiciones de vida en el desierto del monte, aconsejaron el desplazamiento de la ciudad a la alquería de Benirabe, donde sigue asentada hoy.

Del antiguo burgo sólo queda en pie nuestra ermita de la Magdalena y cuatro ruinosas paredes de un castillo árabe, conquistado en 1233 por el rey Don Jaume. Todos los años, los castellonenses conmemoramos nuestro éxodo ancestral haciendo romería a dicha ermita, y formando cola para hacer sonar su campana. La romería siempre ha sido mi acto favorito, por no decir que es el único que de verdad me gustaba.
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Ese día, así como durante toda la semana de fiestas, nos disfrazamos con la tradicional camisola negra (también existe un modelo azul rayado) y un pañuelo verde al cuello (o azul a cuadros) y madrugamos para conseguir rollo y cañas, que el ayuntamiento reparte a partir de las 7:30 de la mañana.
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Rollo y caña

Una vez llegados a la ermita, suele haber mucho ambiente, con algún que otro concierto (recuerdo especialmente uno de Alaska y Dinarama, hace muchos, pero que muchísimos años) y distribución gratuita de cerveza y arroz, para los que lleguen primeros: la paella monumental da de comer hasta a mil comensales.

Romeros

Otros de los actos destacados de estas fiestas son el de apertura o Pregón, un desfile de moros y cristianos, en el que los primeros cada año me resultan más africanos, y el desfile nocturno de gayatas. 

Moros

Las gayatas son unas esculturas de luz, que representan de forma más o menos explícita a la “gayata” o cayado que los antiguos paisanos utilizaban para apoyarse en sus descensos y ascensos por la colina. A este bastón solían atar el “rollo” o rosquilla de pan y un pequeño farol, para que les iluminase en sus andares nocturnos.

Gayatas

Todos los años se designan dos reinas (mayor e infantil) y un cortejo de damas de honor. Otro personaje muy aclamado es el de Yolanda, más conocida como “Violant” de Hungría, hija del rey Don Jaume y esposa de Alfonso X el Sabio.

Romeras (de espaldas y de rojo, nuestra pequeña Violant)

*Nota: Elda es un pequeño municipio alicantino, vecino de Petrer (para los que no hayan oído hablar de ella, que imagino serán unos pocos).

lunes, 25 de febrero de 2008

Nunca es tarde

Nos conocimos en el día de San Valentín, a punto de despegar de Manises. Él miraba por la ventanilla, mientras yo me esforzaba por no perder el hilo de los amores de Gabriel, en los tiempos del cólera.

Se me estaban cerrando los párpados. En parte, porque había trasnochado la víspera, y en parte porque siempre me duermo en situaciones estresantes, conflictivas o desapacibles. A pesar de las muchas millas que llevo ya voladas, que un pájaro de acero me catapulte cielo arriba todavía hoy me impone un cierto respeto. Mi cerebro escapista se estaba preparando para hibernar y al final no tuve más remedio que capitular.

Me desperté con un sobresalto, en cuanto el avión se arrojó a la pista y sus reactores se pusieron a tronar en mis oídos. Fue entonces cuando César me habló por primera vez:
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"¿Te da miedo volar?"

“Sí, un poco…”


Con la bravura y licencia que dan los años, me cogió de la mano: “No tengas miedo, piensa que el piloto también quiere volver a casa”. Sí, pero digo yo que también querrían volver a casa los que se estrellaron y que, por halagüeñas que sean las estadísticas, siempre tiene que haber uno que se caiga y por qué no éste…

Aprovechando nuestro ir y venir de manos, eché un furtivo vistazo a las líneas de su palma. Aunque no creo en quiromancias, tengo esta costumbre. Escudriño las líneas de la vida de aquellos que ya tienen asegurada su longevidad, con la esperanza de encontrar una que sea tan corta como la mía (mi teoría es que, en uno de estos viajes míos, voy a terminar espichándola en el avión, y hasta tengo pensado mi epitafio: “os lo dije”).

La raya que surcaba la mano de César no sólo era larga, sino doble. Pronto entendería el porqué, pues dos vidas tiene este gato.

El siete de febrero de 1972, contando con 36 años, César volvió a nacer. Aquel día había llegado con doce minutos de retraso para embarcar en el avión que salía de Manises para Ibiza. Allí le esperaba una reunión de trabajo a la que nunca llegó. Insistió, rogó, suplicó, y hasta se puso farruco, pero de nada le sirvió. Ese día estaba destinado a perder el avión.

De vuelta a casa, llamó a su clienta: “Margarita, te llamo para avisarte de que no me esperes”. Al otro lado del auricular, un estallido de llanto, entrecortado de risas y gritos histéricos. “Margarita, Margarita, cálmate, mujer, pero ¿qué te pasa?”.

Recomponiéndose: “César, ¿pero es que no te has enterado? Tu avión se ha estrellado y han muerto todos”.

No sé cómo hubiese reaccionado yo en su lugar, probablemente igual que él: volviendo al aeropuerto para besar a todas las empleadas de Iberia que le habían cortado el paso para subirse al avión y, de paso, a cualquier azafata que se terciase en su camino también.

César no ha desaprovechado esta segunda oportunidad que le regaló la vida. Todavía hoy, con 72 años cumplidos, sangre dulce y marcapasos, sabe disfrutar de ella como pocos.

Viaja con su "abejita Maya", un Citroën 2CV de 25 tacos, que rehabilitó hace unos años. Todos los meses, se van juntos de excursión para reunirse con amigos y otros “citroënófilos” de la asociación “Club Paraguas”. Una vez al año, ponen en marcha su GPS y su emisora de radio, y se echan a las carreteras internacionales.
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Estos dos llevan ya más horas de rodaje juntos que David Hasselhoff y su coche fantástico. El año pasado, en agosto, se fueron nada menos que al mismísimo Cabo Norte ("sin ninguna visita al taller”, me comentó César orgullosamente). 
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Este año tienen planeados dos viajes. Se van primero a Dunkerque y, después, a circunvalar la bota en un “Giro” de Italia. Aún más ambicioso es su proyecto para el 2009, en el que conducirá desde París hasta Pekín, patrocinado por Citroën. La casa madre subvencionará todos los gastos: gasolina, peajes, hoteles, comida, y hasta el vuelo de regreso y repatriación de coches desde China. ¡Menudo viaje!
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Qué pena que no he conseguido convencerle para bloguear, pues seguro que a muchos nos hubiese encantado seguir sus aventurillas.
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Para saber cómo le fueron sus viajes a César, tendréis que hacer como yo: iros a comer un arrocito en su restaurante, en la Malvarrosa de Valencia. Riquísimo.
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Casa César

domingo, 24 de febrero de 2008

Espanglish

Uno viaja y a veces se olvida de las joyas que tiene en casa:

We "espeak" english in Castellón too...

sábado, 23 de febrero de 2008

Valencia futurista

Me encantan su luz, sus árboles, sus puentes, sus jardines, sus fachadas, su dinamismo y, sobre todo, la creatividad con que logra reinventarse a sí misma, combinando con arte lo tradicional y vanguardista.

Valencia siempre me sorprende. Ayer, después de pasar más de un año sin poner pie en ella más que para pisar el aeropuerto de Manises, me volví a maravillar con su belleza monumental. El día nos había salido especialmente soleado y, de pronto, eché mucho de menos mi cámara de fotos. Tiene inri sentirse turista en su tierra.

Para dar alivio a mis ansias frustradas, me decidí a comprarle una postal a mi amigo Wichan, para que la añada al mural de su habitación en Chiang Mai. Por una vez, fui rápida, sólo me llevó veinte minutos elegirla:

No era la más bonita. Sin embargo me llamó la atención por una pequeña peculiaridad. Si su gracia no os ha saltado inmediatamente a la vista, volved a mirar la foto con detenimiento antes de seguir leyendo.

Por un momento, pensé que mi máquina del tiempo había funcionado pero que la había programado mal: en lugar de volver a empezar el 2007, ¡me había proyectado hacia el 2009! ¡Y sin cumplir mis resoluciones para el 2008! Horror. Afortunadamente, sólo fue un susto. Si es que Valencia es futurista: le gusta adelantarse a su tiempo.

Esto también lo noté en la oficina de correos, donde entré para ponerle sello a mi postal. No tenía muy claro a qué contador dirigirme ni dónde coger número, pero el funcionario de seguridad me informó de que no hacía falta hacer cola para comprar sello, porque en el vestíbulo había máquinas que los distribuían. Qué modernos.

Efectivamente, allí encontré varios artilugios dispensadores. Me quedé dudando delante de uno. No, no va a ser éste. Después de dar un par de vueltas de perdiz, volví al funcionario: “¿Dónde dice que está la máquina?” En el vestíbulo. Pues sí, va a ser ésa.

El artefacto ofrecía por un lado sobres y, por el otro, “estampillas”. Claro, cómo no habría caído antes: ¡como “stamp” en inglés! En cuanto empecé a apretarle los botones, el chisme se me puso a hablar en cristiano y, cuando me preguntó cuántos sellos quería y para dónde, enseguida nos entendimos.

De vuelta a casa, me abalancé sobre el diccionario de la Real Academia, para que me sacase de mi necedad.

Estampilla:

Especie de sello que contiene en facsímil la firma y rúbrica de una persona, o bien un letrero para estampar en ciertos documentos.

Voz americana: sello de correos o fiscal.


Todos los días se aprende algo.

viernes, 22 de febrero de 2008

Resoluciones para el 2008

Aunque sea a deshoras, este año también he querido cumplir con la tradición. Claro que como todavía vivo a caballo entre nuestro calendario y el asiático, para el que sí procede hacer resoluciones por estas fechas, me acojo a la excusa de mi desajuste para justificar el retraso.

Sin más demora, ahí van mis resoluciones para el 2008:
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1. Leer la Biblia de cabo a rabo (sin trampas)
2. Cultivar el vicio de escribir
3. Sacarme la bonita y la maría de primero de Psicología
4. Trabajar en algo que me apasione
5. Poner mi granito de arena a la factoría de sueños de Sabriye
6. Tomarme un café con Juan Pablo (y que sea colombiano)
7. Pisar tierra en un país no conquistado por mis pies
8. Atreverme a retomar contacto con mi querido señor Lungu
9. Cuidar de mis amigos, los de toda la vida y los de última hora
10. Descubrir si él es Él y si yo soy Ella ;o)
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miércoles, 20 de febrero de 2008

Píntame

Como si un cuadro fuera.

Escoger una imagen para definirme, por principio de economía (ahorrarme mil palabras), a priori me pareció buena idea. Ah, pero no es tan fácil como parece…

¿Qué cuadro sería yo? Quisiera ser armoniosa y suave como un Monet, luminosa y equilibrada como un Sorolla, dulce y delicada como un Tiziano. Pero va a ser que no, que no me corresponde.
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En el peor de los casos, sería un abstracto. Un cuadro que por más que lo mires, nunca le encuentras sentido. En el mejor, cubista o surrealista. Un batiburrillo de elementos sin pies ni cabeza, cada cual de su padre y de su madre, puestos juntos con la maestría del azar, pero que vistos de lejos, con la perspectiva del conjunto, parecen querer decir algo.


Ésta soy yo. Tengo un novio inverosímil, un padre impepinable, una madre imperativa y una vida imponderable.


Soy de piñón fijo y de veleta. De echar raíces y de vivir al viento. En mis treinta y seis años de existencia, he vivido, por este orden, en Francia, España, Italia, Irlanda y, este año pasado, nómadamente en Asia, desde Singapur hasta la India, pasando por las antípodas.

Hablo en cuatro idiomas, pero a menudo no tengo nada que decir.

Tengo dos pisos (a medias con mi banco), pero no vivo en ninguno de ellos. Mi vida está en cajas, distribuidas entre amigos y familiares. Nunca sé dónde tengo mis cosas y a veces pierdo hasta la cabeza.

Algún día espero poner juntas todas las piezas de mi gran rompecabezas.

Hasta entonces, me conformo con tener este espacio de recogimiento y puertas abiertas, con el que deseo estar siempre cerca de mis padres, amigos y amores desparramados.

Ya me he decidido. He puesto todos mis datos personales en el procesador y esto es lo que me ha salido:
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“Mujer Azul” de José Manuel Merello