miércoles, 8 de octubre de 2008

La leche...

Lluvia, sudor y lágrimas. Mucha agua ha corrido desde mi último post, aunque muy poca caída del cielo. En las tres semanas que llevo sin escribir, nos ha llovido una sola vez. Memorable chaparrón que vino a aguarme la fiesta de cumpleaños, el pasado 20 de septiembre.

Sobra explicaros que hemos pasado (y seguimos pasando) muchísimo calor, sobre todo durante los parones eléctricos cada vez más frecuentes y largos. Nuestra conexión internet también empeoró drásticamente tras mudarnos al campus, el 18 de septiembre. La señal se hizo más débil y la velocidad de transmisión llegó a medirse en octetos (bytes) por segundo. Para que os hagáis una idea: hacía clic en un email y después de una hora, todavía no se había abierto. Teóricamente, me podría haber ido a Goa, pasarme el día tirada en una hamaca y regresar al campus tras quedar como una gamba... y probablemente me hubiese encontrado con que hotmail todavía se lo estaba pensando (un día de estos igual llevo a la práctica mi experimento y, si bien no resuelvo el problema, por lo menos me pongo morena).

Irónicamente, al tiempo que nuestra conexión se hacía inexorablemente lenta, nuestro contrato pasó de tarifa plana a cobrarnos por minuto. Nefasta combinación.

Bueno, poco a poco las cosas van mejorando. Hemos contratado un nuevo módem con el que volvemos a gozar de tarifa plana por dos meses, mientras rezamos por la obtención de banda ancha.

La obra va avanzando, aunque las cosas sólo se muevan a base de empujones. Para no romper con la sana costumbre, ahora mismo estamos de paro festivo por dos días (celebración del "Pooja", en honor a la diosa Durga Devi).

También vamos logrando progresos con el currículum académico. La semana pasada tuvimos un seminario intensivo de tres días, tremendamente productivo. Ahora mismo estoy enfrascada en la preparación de un taller sobre diversidad cultural. Hace tiempo que vengo fantaseando con la idea de especializarme en este tema, así que esta oportunidad me viene que ni pintada.

Pero la mejor noticia en lo que llevamos de mes, sin lugar a dudas, ha sido la ampliación de nuestro equipo con dos miembros clave. Benditos sean los señores Pillai y Nair, que han llegado a tiempo para levantar la moral de nuestras tropas con sus artes culinarias (a ver si consigo reponer un par de kilos antes de mi llegada a España).



El uno de octubre tomaron posesión de su cargo con un pequeño acto inauguratorio. Antes de estrenar cocina es tradición proceder a la ceremonia del "milk warming" o "calentamiento lechero". Se trata de hervir leche en un cazo hasta lograr su desbordamiento.

Aunque os suene a guasa, éste es un rito de lo más solemne. A las diez de la mañana nos congregamos en la cocina para proceder al derramamiento de la leche hervida. Sabriye, ama suprema de la casa, fue responsable de prender el fuego. Nora y yo nos encargamos del reportaje fotográfico, testimonio gráfico importantísimo para dar fe de nuestro fiel cumplimiento de la ley ante los dioses más desconfiados.

Ceremonia de la leche, fotos tomadas el jueves 1 de octubre:

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